Jueves de la VII semana del Tiempo ordinario

Primera Lectura San 5, 1-6

Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que esperan. Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.

El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.
 

Salmo Responsorial Salmo 48, 14-15ab. 15cd-16. 17-18. 19-20

R. (Mt 5, 3) Dichosos los pobres de espíritu,
      porque de ellos es el Reino de los cielos.
Como bestias sumisas, pastoreadas
por la muerte en el reino de los muertos,
así terminarán los que confían
en sí mismos y viven satisfechos. R.
R. Dichosos los pobres de espíritu,
      porque de ellos es el Reino de los cielos.
Se desvanece al punto su figura
y morarán por siempre en el abismo.
En cambio, Dios me salvará la vida,
me llevará consigo. R.
R. Dichosos los pobres de espíritu,
      porque de ellos es el Reino de los cielos.
No te inquietes cuando alguien se enriquece
y aumentan las riquezas su poder.
Nada podrá llevarse, cuando muera,
ni podrá su poder bajar con él. R.
R. Dichosos los pobres de espíritu,
      porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aunque feliz se sienta mientras viva
y por pasarla bien todos lo alaben,
ahí donde jamás verá la luz
descenderá a reunirse con sus padres. R.
R. Dichosos los pobres de espíritu,
      porque de ellos es el Reino de los cielos.

 

Aclamación antes del Evangelio Cfr 1 Tes 2, 13

R. Aleluya, aleluya.
Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana,
sino como palabra divina, tal como es en realidad.
R. Aleluya.

Evangelio Mc 9, 41-50

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros”.
 

Lectionary for Mass for Use in the Dioceses of the United States, second typical edition, Copyright © 2001, 1998, 1997, 1986, 1970 Confraternity of Christian Doctrine; Psalm refrain © 1968, 1981, 1997, International Committee on English in the Liturgy, Inc. All rights reserved. Neither this work nor any part of it may be reproduced, distributed, performed or displayed in any medium, including electronic or digital, without permission in writing from the copyright owner.

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